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Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







jueves, 20 de enero de 2011

PATRICIO MARTÍNEZ: UNA VOZ PERDIDA EN EL DESIERTO




Por Federico Osorio Altúzar
Seis años van de los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu al atentado contra el gobernador de Chihuahua, Patricio Martínez García, perpetrado el 17 de enero de 2001. En esos seis años se ensayó en nuestro país el recurso al crimen como táctica a fin de plantear y resolver los problemas políticos y para acceder al poder, táctica resucitada recientemente en Oaxaca, Tamaulipas, y ahora en Guerrero, frente a la elección para Gobernador. Seis años durante los cuales se incubó y fue tomando la fuerza que hoy ostenta el galopante terrorismo en todo el territorio nacional.
Fueron seis años marcados por el derrumbe de la paz social, cuyo deterioro  provenía del ocaso del Estado de Derecho, la corrupción que corroía desde las entrañas de la administración pública y hacía presa, lenta y gradualmente, al sistema federal de procuración  y administración de justicia. Por hoy el cáncer que mina desde dentro y por fuera a la sociedad, víctima indefensa de la impunidad al servicio de la desafiante criminalidad.
En el Quinto Informe de su administración, Patricio Martínez, a poco más de tres años del atentado, demandaba, voz en cuello, los resultados ofrecidos por el titular del gobierno de la República acerca de la investigación, conforme a derecho, pero que no se veían llegar, por la sencilla y cruel verdad de que jamás se había iniciado averiguación ninguna. Vicente Fox, el presidente lúdico, no se había dignado hacer presencia física tras el vil atentado dejando. en esa forma, abierto el escenario a todas las conjeturas posibles, a todas las lucubraciones habidas y por haber.
 A partir de aquel doloroso percance, Chihuahua se volvió un vasto laboratorio de impunidad y se puso alas a los cárteles de la droga para que hicieran suya, a su antojo, la demarcación a fin de transitar y operar “ad libitum”, imponerse como árbitros de la legalidad y actuar como amos y señores para establecer justicia y dictaminar sobre los transgresores de la ley.
Patricio Martínez sobrevivió para fortuna de él, de su familia, de la cuestionada paz social y como referente calificado que ejemplificaba, con sus actos públicos, cómo administrar una entidad en donde campearía, al final de su mandato, el empleo, la seguridad, a pesar de la herencia feminicida dejada por su antecesor panista Francisco Barrio Terrazas y de los descalabros administrativos y políticos en la hoy convulsa Ciudad Juárez.
Hizo de la capital, se recuerda todavía, la ciudad más limpia de la frontera norte, atrajo inversión extranjera, sembró concordia y entendimiento con los mandatarios fronterizos allende la línea divisoria. Tendió caminos vecinales y construyó, sin excesivas “curvas peligrosas” la hoy supertransitada carretera que lleva de Chihuahua a Sonora en doce horas,  colocando las bases para la expansión económica de la que hoy habla, con voz firme, el gobernador Duarte Jáquez.
 Por cierto, ahora que se pone en marcha el desarrollo minero y turístico de la Tarahumara, y se notifican los primeros avances camineros en tramos olvidados y difíciles, como el que va de Moris a Ocampo, el nombre de Patricio Martínez, sin duda, será evocado, al menos musitándolo en voz baja, pero con información fiable. 
En cierto modo, César Duarte, quien lleva cien días de gobierno en el Estado, no tendría con toda seguridad las riendas del Ejecutivo a su cargo, a no ser por los dividendos favorables entregados por quien hace una década estuvo a punto de perder la vida en ejercicio de su responsabilidad.
Frente al mar de conjeturas, decires y señalamientos infames, Chihuahua, su población y calificados ex funcionarios, hoy en retiro o relegados, traerán en estos días a la memoria un sexenio en donde el trabajo organizado, la seguridad, las finanzas y la educación fueron tierra buena para el renacimiento, hoy, de la atribulada entidad.