Aunque menciona
tan sólo una vez el término autonomía, todo el mensaje del rector Enrique Graue tiene como
principal objetivo
salvaguardar el
concepto que ampara los derechos de libertad de
enseñanza, de investigación y difusión de la cultura.
Publicado
en forma íntegra en la contraportada de GacetaUNAM,
bajo el rubro “Mensaje del Rector Enrique Graue Wiechers a la comunidad de la
UNAM”, el escrito tiene interés mucho más allá del auditorio de la Máxima Casa
de Estudios: extiende su eco hacia las autoridades federales y locales, llega a
oídos de los dirigentes de instituciones públicas y privadas del país y alcanza
asimismo a rebasar fronteras.
El meollo del
Manifiesto es: no más acoso, con impunidad, a los centros de estudio a causa de
los diversos hechos de violencia.
La
autonomía de la Universidad y en el contexto de todas las entidades académicas significa
respeto al campus educativo en todos
sus espacios, incluyendo por supuesto las instalaciones en las que tienen lugar
la actividad propia de la impartición de clases; en las bibliotecas, auditorios
y campos deportivos,
Pero
también en donde ejercen su labor los investigadores, en talleres y sitios
desde los cuales se efectúa la extensión cultural.
La
autonomía universitaria es unívoca. No es sinónimo de secrecía, tampoco refugio
de maleantes o como se pretende convertir volviéndolo mercado libre para
comerciar y consumir de drogas.
Los
facinerosos aspiran a convertirla en centros de impunidad con la complicidad,
muy lamentable, de empleados de la institución y de los consumidores. De
lugares propios a fin de apacentar el espíritu y dar continuidad a la reflexión
tras escuchar las lecciones sabias de los maestros y los doctos investigadores,
los delincuentes de afuera y domésticos, la han hecho aposento del vicio y la
maldad, del crimen y el ataque a vidas inocentes.
La
autonomía nació como un cerco para impedir la entrada de ideologías de todo
tipo. Fue creciendo y fortaleciéndose a través de las pruebas de advenedizos y
portavoces de doctrinas que, tarde o temprano, desembocarían en violencia o en
tráfico de abusos sin cuento.
Rectores
como el doctor Graue Wiechers la colocan, dignificándola, por encima de
intereses inconfesables. Al doctor Guillermo Soberón Acevedo le correspondió
ser su escudo y enseña ante los embates del pseudo sindicalismo, al rector
Francisco Barnés de Castro frenar la insolencia desde dentro, auspiciada por
falsos liderazgos.
Al
doctor Enrique Graue le toca ahora mismo enfrentar, con las palabras de la ley,
al más osado y perjudicial de todos los cárteles, el de la droga, su comercio
infernal dentro de los espacios que debieran ser de sosiego, sana distracción y
dedicación a través del libro, la enseñanza y el cultivo del espíritu.
“Todo
sale perfecto de manos del autor de la naturaleza, en las del hombre todo degenera”,
dice Juan Jacobo Rousseau en el “Emilio o la Educación”. Así la autonomía
universitaria, salió impecable de manos de su rector en turno y del Poder
Legislativo, hace medio siglo. Se pretende, a la fecha, mancillarla y
denigrarla.