Entre
amenazas y promesas, la reciente “consulta ciudadana” deja interrogantes que
van desde el preguntarse si, en efecto, todo esto corresponde a una visión nueva
de la democracia o si se trata de un conjunto de falacias para engañar a la ya
de por sí abrumada población.
Las
amenazas de Donald Trump coindicen con la serie de engañifas de que están
rodeados estos días previos a la transición del poder en nuestra Patria.
A
su vez, el Ejecutivo estadounidense trata por todos los medios a su alcance
persuadir y convencer a los ciudadanos de su país, lo que no logró en las
urnas, antes de la elección de representantes en el Congreso.
En
cuanto a la “consulta ciudadana” para definir la sede del Aeropuerto, proceso y
resultado señalan hasta qué grado es posible manipular los principios democráticos
disfrazándolos perversamente, por medio de costosas finalidades.
El
No a Texcoco y el Sí a Santa Lucía es el principio del fin de una carrera sin
sentido. Fue armada con sofismas y falacias la llamada indagación, utilizando
con tal efecto los medios digitales y toda clase de instrumentos informáticos para
imponer la voluntad de sus promotores.
Al
parecer, en apariencia, el financiamiento es algo de poca monta. Las
inversiones multimillonarias hechas en Atenco y sus alrededores no importan ya.
Los estudios del suelo y del medio ambiente quedan a un lado frente a la
perspectiva de comenzar desde cero. México vuelve a ser, así, el “Cuerno de la
Abundancia”, inagotable y generoso, como en tiempos de la Colonia. Al fin y al
cabo, hay en abundancia oro negro y metales en sus entrañas, con los cuales
reponer y hasta encubrir cualquier despilfarro.
Sin
embargo, las cosas no son las mismas que hace 3 o 4 siglos.
Los
consultados son, hoy por hoy, el hazmerreir, la burla, de la sociedad misma a
la que están adscritos. Los consultados saben hoy que habrán de pagar, peso sobre peso, el engaño
de que han sido víctimas. ¿De dónde, pues, saldrán los miles y miles de millones
de pesos que fueron erogados para llegar hasta donde se ha llegado con las
obras de Texcoco? ¿De dónde, de qué bolsillo, se dispondrá a fin de cubrir las
indemnizaciones?
Para
algunos, el tema da, incluso, para suponer que de lo que se trata es de echar
tierra a lo hecho por el actual Ejecutivo, por el Presidente Enrique Peña
Nieto. ¿Con qué objeto, es decir, para qué?
Ahí
están como blanco de los impugnadores contra las reformas emprendidas por el
actual régimen.
Un
ejemplo es la reforma educativa con la cual se trató de poner fin al
sindicalismo político, al sindicalismo retrógrado, fuente inagotable de
impunidad y corrupción, modelo del uso y abuso de los derechos que implica el
deber de impartir conocimientos, evitar el ausentismo y en particular impedir
la arbitrariedad y el libertinaje.
Mientras
tanto, el tsunami asoma por el Norte y por el Sur.
Por
la frontera con Estados Unidos, el ejército yanqui aumenta cada día el número
de combatientes dispuestos a contener la avalancha, inspirados en soñar bajo el
cielo de tierra extraña, dispuestos a padecerlo todo para conseguirlo. Claro,
sin importar la vigencia de los derechos soberanos de otros involucrados.
Por
la frontera del Sur, los caravaneros se multiplican incesantemente, provocando acaso
a los pobladores con el propósito siniestro de conseguir émulos en su dramática
aventura, pagada por quién sabe qué poderes acechantes y maléficos predispuestos
a su nefasto servicio.
Es
larga e interminable la cauda de errores y sin ningún acierto hasta ahora a
causa de la famosa “consulta”. Han pesado en la balanza mucho más la demagogia
y los barruntos de corrupción según la usanza.
Ya
veremos.