Bienvenido lector:

Federico Osorio Altúzar ha sido profesor de Filosofía en la UNAM y en la ENP (1964-1996) y Editor de la Gaceta de la ENP desde 2004.
Durante 15 años fue editorialista y articulista en el periódico NOVEDADES.
Es maestro en Filosofía. Tiene cursos de Inglés, Francés, Griego y Alemán.
Ha publicado en Novedades, el Heraldo de Chihuahua, El Sol de Cuervanaca, el Sol de Cuautla, Tribuna de Tlalpan, Tribuna del Yaqui, Despertar de Oaxaca y actualmente colabora en la versión en Línea de la Organización Editorial Mexicana (OEM).







martes, 4 de septiembre de 2012

ENRIQUE PEÑA NIETO: LA PRESIDENCIA DEL SIGLO XXI




Rechazó por unanimidad el TEPJF la demanda del Movimiento Progresista en el sentido de anular la elección presidencial del 1 de julio. Con ese resultado, Enrique Peña Nieto recibió constancia de mayoría y es legítimo Presidente Electo de México. Cosa juzgada, por lo tanto, son los comicios del 1 de julio. Comienza, así, una segunda época revolucionaria, en términos de paz social y con el fin de promover y establecer las reformas que más apremian.
México tiene ya un Congreso federal dispuesto, hasta donde hoy se advierte, a innovar los formatos para enriquecer los contenidos normativos que hacen de nuestro país una nación de leyes, con poderes coordinados entre sí para alcanzar metas y objetivos de equidad, soberanía y tolerancia entre ciudadanos iguales ante la Ley. Los órganos camerales, en Reforma y en San Lázaro, se integran por experimentados políticos con probada capacidad y talento analítico, algunos, en el amplio sentido del términ; con amplia visión de Estado; profesional e ideológicamente a la altura de las exigencias modernizadoras que exige la sociedad. Al lado del Mandatario Electo alumbrarán, prueba en contrario, el escabroso camino hacia nuevos derroteros en lo económico, lo educativo y en el área de las relaciones internacionales, francamente desatendidas. 
De la convocatoria del Presidente Electo, se infiere su indeclinable determinación, a título de compromiso formal, de ejercer una Presidencia crítica, abierta a la crítica disidente, predispuesta a dar libre entrada a nuevas ideas, propuestas y sugerencias. Es decir, ofrece a los mexicanos una Magistratura  respetuosa de las potestades de la Ley y un Mandato con oídos atentos y con voluntad garante de los Derechos Humanos individuales y sociales.
Del lacónico mensaje emerge una nación tendente a reinstalar valores, ideales y principios con el propósito de fortalecer el federalismo político, jurídico y económico. Se perfila la vocación democrática de hacer de la legalidad y la constitucionalidad ejes funcionales de una República genuinamente soberana, integérrima en la defensa de sus litorales y fronteras, revestida por la dignidad de sus ciudadanos a fin de asumir, con entera responsabilidad y libertad, las decisiones que a todos nos incumben, afectan o favorecen.
En su mensaje, Enrique Peña Nieto se compromete a rediseñar el México plural del siglo XXI que continúa siendo esperanza y reclamo de millones de mexicanos quienes demandan que la representatividad en los congresos locales recupere su dignidad en los términos que señalan los preceptos del máximo ordenamiento jurídico, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El centralismo es rémora que obstruye el desarrollo industrial agrario y sociocultural de México.
Atrás queda el México de la frustración y la nación de las esperanzas fallidas. El retorno del PRI a Los Pinos es preanuncio de la vuelta a los orígenes, lamentablemente traicionados en las últimas cuatro décadas, de 1989 a 2012.
Las instituciones responsables de que resplandezca la seguridad y el desarrollo social han pasado el crisol del fuego purificador. En adelante, ya no habrá lugar para dudar si México es una nación de leyes o de temperamentos, pues sabemos  mucho más acerca de por qué obedecer el derecho, por qué acatar las sentencias y respetar las resoluciones emanadas de los órganos de justicia radicados en el Poder Judicial de la Federación. Todas, en conjunto, son enseñanzas alcanzadas con muy elevado esfuerzo y cuya inversión y costo corresponde ahora tutelar al gobierno de la República. Y a los ciudadanos, a nosotros, a la sociedad, ser sus más  rigurosos e insobornables vigías.
Este es el México que todos queremos.